Dir: Stephen Frears
01:49
Orígen: USA
Cuando uno viene mirando cosas que no le gustan tanto necesita ir a lo seguro, algo que da resultado. Se recurre, entonces, a lo conocido, y después de ver la anterior película comentada en este blog necesitaba algo un poco más liviano, más familiar. Entonces decidí ver por tercera vez (seguramente será la definitiva) una película que parece gustarme más cada vez que la miro, por lo simple de su temática y por lo bien hecha que está.
Rob Gordon (John Cusack) es un joven dueño de una disquería de barrio, fanático, o mas bien enfermo de la música al punto de negarle discos a personas que los quieren comprar por el simple hecho de que no los considera merecedores de tenerlos. Tiene dos empleados que tienen el mismo defecto pero son aún mucho más extremos que él, la música es su vida y parece ser lo único que les gusta y apasiona.
Rob es dejado por su novia Laura, quien abandona el departamento que comparten ni bien comienza la película. Esto genera en el protagonista una angustia que lo lleva a elaborar un ranking de sus cinco peores finales de relación. Comienza, entonces, hablando en primera persona a la cámara, a contarnos con pequeños flashbacks cuáles fueron las mujeres que lo dejaron más herido y cómo fue que eso ocurrió.
Un punto fuerte de la película está dado por su banda de sonido, la verdad es que la canciones son excelentes y la música es un ingrediente fundamental de la película. Las actuaciones están muy bien, con un elenco bastante interesante de actores conocidos utilizados cada uno en su justa medida. El peso de la trama cae en los hombros de Cusack, quien parece hecho a la medida del papel, como si se sintiera identificado con el personaje que interpreta.
Quienes hayan tenido experiencias en relaciones esta película les puede gustar, mi opinión es que expone dramas y momentos traumáticos de una manera sencilla y con bastante humor. Lo que le pasa a Rob es algo que puede pasarnos a muchos de nosotros y me imagino que ahí radica lo eficaz de la trama.
High Fidelity nos remonta (a los que tenemos más de 30) a una etapa diferente, en la cual la computación no era tan importante, y antes de que el mp3 nos quitara el placer de recorrer disquerías y pasar horas mirando en las bateas, buscando ofertas o algún disco difícil de conseguir, cuando todavía grabar cassettes con selecciones de música que a uno le gustaba era un entretenimiento que se podía compartir con los demás y pasábamos el tiempo leyendo en revistas importadas las novedades de las bandas de rock que más nos gustaban.
Como conclusión puedo decir que sin ser brillante, High Fidelity es una película que garantiza pasar un muy buen momento delante de la pantalla.
TRAILER
WALLPAPER
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